No, no estamos hablando de Katy Perry, con la que acaba de colaborar, si no de Aitana Ocaña y su perrita Sopita, ¿qué ha pasado? Te lo contamos
Imagínate un precioso día otoñal, hojas secas en el suelo, olor a lluvia… perfecto para salir a dar un paseíllo con los perretes, ¿a que sí? Pues eso mismo pensó Aitana Ocaña, y su perra Sopita probablemente también. Ni corta ni perezosa, Aitana se puso las zapas, cogió a su perri-amiga y se dirigió al parque dispuesta a que su cachorra olisqueara por doquier, sin embargo, Sopita no estaba interesada en el olor a tierra mojada…

Aitana aprovechó para quedar con una amiga durante el paseo y eligió un outfit informal pero muy favorecedor. Leggins de Nike, una cazadora negra de kickboxing de inspiración thai y un gorro beanie en azul turquesa. Ideal de la muerte, sobre todo si tienes que echarte a correr detrás de tu peluda pequeñuela en cualquier momento.

Aitana Ocaña y su perra Sopita son inseparables desde que decidió adoptarla el pasado verano. La cantante presentó a su mascota en las redes cuando tenía 2 meses y desde entonces tanto ella como su chico, Miguel Bernardeau se desviven por ella y han compartido momentos superadorables, pero eso sí, por muchos fans que Sopita tenga en internet, Aitana lo tiene claro: “Sopita no tiene ni tendrá ninguna cuenta de instagram,” twitteó en julio. Ya se sabe que a los “hijos” hay que educarlos bien, no vaya a ser que se les suba la fama a la cabeza…

Sopita vive feliz con Aitana, y eso que sus inicios fueron duros, su nombre responde al estado en que se la encontró la protectora de animales cuando fue a recogerla, empapada, hecha una sopa porque la gente le echaba cubos de agua para que no durmiera en los portales. Afortunadamente la historia tiene un final feliz y ahora Sopita disfruta de cada momento con su madre adoptiva… Eso sí, cuando quiere. Y es que a veces la perra se despista y pasa lo que pasa, a las pruebas nos remitimos… ¡cría cuervos!


Aitana y su perra Sopita disfrutaban de su paseo otoñal cuando de repente, otro amigo peludo se suma a la comitiva. Porque vamos a ver, lógica perruna, ¿si la catalana se puede llevar a una amiga humana con ella, por qué Sopita va a renunciar a compañía peluda? Dicho y hecho. La cachorra se puso a jugar con su nuevo amigo sin prestar atención a su madre, que, finalmente tuvo que ponerle la correa para que no se fuera detrás del perrete. Menos mal que las madres son comprensivas y tienen más paciencia que el santo Job, ¡juegos de niños, digo de perros!