Andaba yo pensando en lo tristísimo que está el panorama sin Juegos Olímpicos y sin torneo de Wimbledon. Amigos, los veranos sin tenis son como estar en Cádiz sin zamparse unas tortillitas de bacalao. Y nada, el tenis me llevó a pensar en aquellos idolazos de la vieja escuela, como Boris Becker. Total, que me ha dado por bucear a ver qué hay de nuevo con la vida de este señor. Me lo he encontrado en la pelu renovando el rubio. Cómo te quedas. Yo, con los ojos vueltos y escocidos. Exijo mi ácido clorhídrico para desver.

Ay, la cresta-raspa de pescado

A ver, que una no es tonta. Boris Becker ya pasó la cincuentena y, a esa edad, los que conservamos el pelo peinamos canas. Que me lo cuenten a mí, que ayer salí de la piscina y casi me tienen que poner un triple baipás coronario al verme la raíz. Ay, chicos, qué dolor doloroso es esto de cumplir años. Pero no sé, una recuerda a aquel muchacho tirando a pelirrojillo claro y le descoloca ver esta cresta/raspa/peine de púa fina bien pigmentado.

Boris Becker

Boris Becker mira la vida con los ojos de quien lo ha visto todo. Y cuando digo todo, quiero decir T-O-D-O. Este chico, en sus años de petarlo en las pistas del Grand Slam, se convirtió en un ídolo patrio. Se casó y posó desnudo con su mujer, Barbara Feltus, y reventaron el molómetro a lo Benetton con aquella pareja café con leche. Luego, un pimpampún oral con Angelika Ermakova, una modelo rusa, en la trastienda de un restaurante, fue el principio del fin.

La vida de Boris Becker da para serie de Netflix

La muchacha se guardó el zumito del amor de Becker en un carrillo y luego se inseminó con él. Supongo que conocéis la historia. Los abogados del extenista quisieron meter en el culebrón hasta a la mafia rusa. Una cosa loca. Aquello le costó su matrimonio y tantos millones de dólares que terminó en la ruina. La vida de Boris (nombre ruso donde los haya) Becker es una montaña rusa que parecía terminar en una profunda cuesta abajo. Me alegra saber que al menos le queda para la pelu. Que a mí me dejas sin pelu y la tragedia griega que te monto deja a Electra a la altura de sitcom baratuna.