En este nuevo capítulo de Desver tengo que confesar mi rendida admiración por el melapelismo de Antonia Dell’Atte. Cada nueva aparición pública es una demostración de «yo mando en mi c**o y al que no le guste, que se aguante». Y qué queréis que os diga: esa actitud ante la vida es la que yo quiero adoptar de aquí al resto de mis días. Porque la que es reina, es reina siempre. Aunque a veces se vista como si le hubiera caído la ropa directa desde un tendedero.
Yo, desde que la vi en Masterchef, ya sabía una cosa: puede caerte bien o fatal, pero no te deja indiferente. Y frente a la polarización que provoca está la indiferencia, o más bien diría el melapelismo de Antonia Dell’Atte. Se la bufa todo. Y qué bien, oye. Bueno, todo no. Porque hay algo que quiero comentar y que hace que la adore más, si cabe, de lo que la adoraba.
El melapelismo de Antonia Dell’Atte tiene una excepción: el maltrato
Estamos viendo cómo en su cuenta de Instagram ha publicado recortes de prensa recientes que avalan aquella denuncia por maltrato que cursó contra Alessandro Lecquio allá por 1991 y que muchos interpretaron como despecho. El propio Lecquio pensó que no tenía pruebas. ¡Y vaya si las tenía! Cartas de su ex reconociendo las bofetadas y amenazas. Supongo, aunque quizá es mucho suponer, que este señor, a partir de ahora, se dará un punto en la boca a la hora de negar el maltrato a Rocío Carrasco. O no, porque la jeta de acero no conoce límites.
Pero bueeeeeno, yo he venido a otra cosa. Yo he venido a demostrar que Antonia es una diva se ponga como se ponga. Y se ponga lo que se ponga. Que a veces tiene delito.
Pero ¿qué te has puesto, Antonia?
Esta mujer sigue teniendo el porte y el estilazo que la caracterizó en sus años de modelo, cuando llegó a ser la musa de Armani. Pero la edad tiene una cosa maravillosa: que llega un momento en el que haces lo que te da la gana. Y eso hace ella. Se planta un arrejuntao de estampados y estilos que no hay como definir.
Veamos: en lo alto, una pamela a rayas con lazada trasera que está genial. Para una boda, pero genial. No tanto ya si lo intentas coordinar con una casaca con plumas en los bolsillos, pasamanería gorda y camisa morada debajo. Y ni te cuento cuando ves que en los pies lleva unas deportivas. Lo típico cuando tienes un bautizo y el bautizo es en la Rusia zarista, pero antes pasas por el gimnasio.
Antonia Dell’Atte, como una vacuna
Por decirlo de otro modo, su look es como ponerse la primera dosis de AstraZeneca y la segunda, de Moderna. ¿No van mezclando las vacunas ahí a lo loco? Pues ella, lo mismo con su look. Pero insisto: entre la ranciedad de algunas mentes que recorren platós vertiendo caspa y esto, me quedo con el melapelismo de Antonia Dell’Atte. Siempre. Aunque después de verla tenga que descansar la vista con tanta mezcla loca.