Desver: Eugeniayogui, si necesitas ayuda, ¡silba!
Hoy necesito algo potente para desver. No sé, quizá esa lejía con la que el felizmente finiquitado presidente de los Estados Unidos pretendía curar a sus enfermos de covid. Un berbiquí, un sacacorchos. Grito «socorro» muy fuerte porque he visto a Eugenia Silva haciendo yoga y temo mucho por sus huesos. ¿O no tiene huesos? Porque esa podría ser otra explicación. Eugeniayogui, por favor, ¡si no puedes desenredarte, silba!
La pandemia nos trae imágenes que, de otro modo, habrían sido difíciles de conseguir. Y hombre, por una parte mola, porque vemos a los famosos haciendo deporte al aire libre, ya que los gimnasios andan de capa caída (ojalá los recuperemos pronto), pero por otra te pasan estas cosas por delante de los ojos y te los quieres arrancar de cuajo con una palanqueta. Sí, hablo de Eugenia Silva, alias Eugeniayogui a partir de ahora. Alias Eugenianudo si la cosa no ha mejorado desde que aparecieron estas fotos.
Fin de año en Cádiz
Pues resulta que Eugeniayogui y su compañero sentimental, Alfonso de Borbón, se plantaron en Cádiz para pasar el fin de año con amigos. Hasta ahí, todo normal (siempre y cuando hayan acatado todas las normas relativas a las salidas y entradas dictadas por la pandemia). Lo bueno vino cuando Eugenia quedó con unas compiyoguis para arrebuñarse, desentumecerse y retorcerse. Ahí es donde a mí me dan los siete males.
Eugeniayogui y su elasticidad infinita
Es que mírala. Eugeniayogui es más elástica que las opiniones de un político, más que el juramento de un torero de no volver a los ruedos. Eugenia es, ahí donde la ves, casi metro ochenta de señora estupenda y, a la que te descuidas, se te convierte en un Pokémon de quinta generación, en un Transformer glamuroso. Porque yo ya había visto a JLo haciendo yoga, pero no ESTO. ¿O no parece un Volkswagen escarabajo en esta imagen?
Asana asana, culito de rana
Dime tú a mí si este titular no es el mejor traído de la historia. Al menos, de la historia de los titulares mónguer. Es que mira la pose, ¡mírala!
Digo yo que sus amigas se apartarían un poco cuando le diera a esta asana, porque estás haciéndote bicho bola con el culo proyectado hacia fuera, te cuentan un chiste y el gas mostaza se queda en broma al lado de lo que sale de ahí. ¿Es o no es?
¿Pudo desenredarse?
Después de la sesión deportiva, digo yo que se reuniría de nuevo con su chico y con sus peques, Alfonso Jr. y Jerónimo. Y oye, si por lo que sea a esa pareja y a esos hijos les llegó, en vez de una exmodelo monísima, una especie de paquetito de SEUR caminando raro, avisad. Que yo os mando a alguien a desenredarla. Pero no seré yo: yo yaceré a lo Edipo a los pies de mi cama, con los ojos en las manos, pidiéndole a mi cerebro un reseteado exprés.