Se me acaban los calificativos para describirla: diva, genia de la música, especial. Pero hay cosas que no. Y cuando digo que hay cosas que no me refiero a la salud de sus huesos. Que no, que no le pasa nada, pero es que he visto los zapatos de Lady Gaga saliendo de un estudio de Nueva York y me duelen todas las articulaciones anticipadamente. Necesito que se descalce y un antifaz para desver.

Mira que le gusta Nueva York a la Mother Monster. Normal, por otra parte. Es su ciudad y es espectacular. Pero una cosa con la que asociamos Nueva York son las prisas, la gente caminando a toda prisa por las calles que componen la Gran Manzana, los codazos para abrirse paso. Pues mira, no sé yo si los zapatos de Lady Gaga la ayudaban mucho a conseguirlo, la verdad.

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Lady Gaga a la salida de los estudios Milk
Jopé, si es que hasta los tobillos no tiene ni medio pero. Está tremenda. Pero esos pies me duelen hasta a mí. (Foto: Agencias)

Los zapatos de Lady Gaga pagan IBI

Vamos, no me cabe la menor duda. Tú ahí dentro, si eres medio mañoso, te construyes un hogar. En cada una de esas plataformas cabe una pareja cariñosa. O un parque de bomberos, ya puestos, que por ese tacón puedes deslizarte para correr al camión y sofocar un incendio. Que os digo yo que he visto apartamentos en Madrid más pequeños que las plataformas de los zapatos de Lady Gaga.

Lady Gaga
En esa plataforma cabe un apartamento para un single. Y si decide adoptar, alquila el pie derecho y listo. (Foto: Agencias)

Por cierto, la diva salía de los estudios Milk, que significa «leche» en inglés, como todos sabéis. Si esto no es una señal, yo ya no sé.

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De negro absoluto

Con un vestido negro que le quedaba espectacular, gafas degradadas, bolsito-maletín y el pelo recogido (más le vale, que el calorcito ha llegado a todo el hemisferio norte), los zapatos de Lady Gaga son lo único que me rechina de todo el conjunto.

Lady Gaga poniéndose la mascarilla
No descuidó un detalle: hasta la mascarilla era negra. (Foto: Agencias)

No entro a juzgar si son bonitos o feos, sino peligrosos. Pisar mal y torcerte un tobillo con eso es decirle adiós a una gira. Vamos, me juego lo que sea. Que yo ya lo tengo muy comentado: soy torpe por naturaleza, lo llevo en el ADN y caerme es la disciplina olímpica en la que destaco. Pero con eso es difícil no hacerlo. Y ya hemos visto a Lady Gaga haciendo la croqueta por culpa de unas plataformas siniestras en más de una ocasión.

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Del cine a la música (con un adiós incluido)

El caso es que últimamente está liadilla porque, en breve, dará en el mítico Radio City Music Hall un concierto junto a Tony Bennett, el crooner de 95 años al que le fue diagnosticado un alzhéimer y con el que dice adiós para siempre a la música. Un hermoso homenaje a este cantante, que cierra con broche de oro una carrera que comenzó en los años 30. Y todo eso casi recién llegada de rodar House of Gucci, una peli que sin duda le va a dar un espaldarazo en su segunda profesión.

Lady Gaga firmando autógrafos en Nueva York
Se detuvo a firmar autógrafos a los fans a la salida de los estudios Leche. Yo miro los dobleces que se le hacen al empeine y no necesito más para saber que eso, cómodo, no es. (Foto: Agencias)

Y, por si fuera poco, se paró a firmar autógrafos a los fans. ¿Ves como te digo que eres grande? Y ser grande no es literal: no hace falta subirse a esos andamios, Stefani Joanne Angelina, por dios te lo pido, que te vas a despeñar.

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