Rosalía es a la moda lo que Rosalía es a la discreción estilística. Yo entiendo que a su edad y con su proyección pública hay que ser atrevido y ponerse lo que el común de los mortales no nos atreveríamos ni a mirar, pero hay cosas que no tienen sentido. Y si hay algo que no tiene sentido, especialmente ahora, son las botas de Rosalía. Querida, ¿por qué? ¿Por qué las llevas y, sobre todo, por qué las han fabricado?

Bueno, Rosalía. Yo te admiro, vaya esto por delante. Poca gente ha sabido enfocar su carrera con la valentía y la inteligencia que lo has hecho tú. A tu edad, ojo. Que a los veintipico todos tenemos la cabeza llena de pájaros. Pero lo de tu ropa lo llevo algo peor, lo reconozco. Ya, ya sé que me repito: tu look Balmain me dejó un poco con ganas de pincharme los ojos con un tenedor, pero estas botas es que ya no sé cómo calificarlas. No ya por lo bonitas o lo feas, ojo, sino porque, sencillamente, no las entiendo.
Tengo muchas preguntas acerca de las botas de Rosalía
Y aquí viene el lío. Vamos a ver, Rosalía. Tú, que vas con riñonera, bolso y mochila, si hace falta, a todas partes, ¿me explicas por qué necesitas alforjas en las botas? ¿Qué quieres guardar ahí que no pueda ir dentro de cualquier otro espacio más asequible?
Una hipótesis plausible sobre los usos de las alforjas en las botas de Rosalía
A ver, ahí cosas muy grandes no caben: en eso estamos de acuerdo. ¿Un mechero puede caber? Puede caber. Así que nada, vas tú por la calle, tan tranquila, y piensas: «Me voy a echar un piti». Esto, como sabemos, es ciencia ficción, porque fumar es malísimo y ahora, en tiempos de pandemia, una gran irresponsabilidad y está prohibido en muchos sitios, por suerte. Pero es solo una hipótesis.

Así que vuelvo a mi película. Dices que vas a fumar y ¿te doblas por la mitad para pillar fuego? Eso sin contar con que alguien te pida encender su propio cigarrillo por la calle: «Espera, sí, tengo un mechero por aquííííí… Ya llego». Haces una sentadilla, abres la alforja izquierda et voilà. Pues mira, no termino yo de verlo.
No solo son poco útiles: es que yo no me arriesgaría
Mira, Rosalía. Hay otra cosa más: esos monederos tan cerca del suelo no los vas a querer tocar. Que igual tú llevas ahí tu gel hidroalcohólico para desinfectarte y a la que te limpias haces ejercicio, pero que igual antes ha salpicado, sin tú darte cuenta, qué te digo, algo que tú pensabas que es barro y no lo es. O algo que tú pensabas que es espuma de afeitar y no, tampoco lo es. Es que no sé cómo explicar sin ser escatológica que la caca de perro o el salivazo de algún cerdaco pueden llegar sin mucha dificultad a tus tobillos, querida.

Menos mal que son baratas
Eso sí: si algo tienen las botas de Rosalía es que son un chollazo. Ella, que es una early adopter así, en general, ya las tenía antes de la pandemia, allá por 2019; pero las botitas en cuestión, el modelo Monolith de Prada, solo cuestan 1.500 euros. Que tú dices: «Anda, c*ñ*, por 1.500 euros las tiene cualquiera, pensaba yo que serían caras o algo». Pues nada, Rosalía. Disfrútalas mucho. Con lo que te han costado espero que no se te vaya la cremallera de esas alforjas tan bonitas que las adornan. Lo que te faltaba ya.
