El chichiplanismo de las Jenner o el desprecio del mollete antequerano
En el enésimo episodio de la mutación de los cuerpos reales por artificio, las Jenner dan un paso más e instauran el chichiplanismo: un toto operado y el otro lo mismo. Sí, sí, porque la foto de Kendall es la que ha dado la vuelta al mundo, pero la de Kylie aún es peor. ¿Por qué se empeña esta familia en crear necesidades de cuerpos imposibles?
Lo hemos visto estos días en las redes y yo, queridos, no puedo más. No sé en qué momento alguien decidió que estas mujeres (sí, hablo de Kylie y Kendall Jenner, pero también de sus hermanas mayores) eran un ejemplo estético a seguir. Después de los culos máximos y los vientres inexistentes llega el chichiplanismo.
El chichiplanismo vs la imagen de mujer real
El comienzo de este post se resume con el tuit de @vianabanjo, pero hay mucho más. Si nos atenemos a la definición de monte de Venus que encontramos en Wikipedia, este es «una prominencia redondeada de tejido graso». Prominencia. Redondeada. De tejido graso, hermanas Jenner. Que ya está bien.
Y esto no va solo de chichiplanismo. Va de aspirar a tener cuerpos que no existen. Los chichis planos no existen. Los puedes operar y dejarlos sin grasa. Pero no existen. Se pueden transformar en algo tan plano como la tierra plana o el encefalograma plano, que suelen ir en el mismo pack de seres humanos insulsos. Pero no existen.
No sé cómo decirlo: los montes de Venus son abultaditos, tiernos, suaves, mordisqueables. Como un mollete antequerano. Que sí, que hay insulsas empeñadas en convertirlos en sosísimas rebanadas planas de pan de molde, el pan más tonto inventado por el hombre, pero que no fueron creados así por la madre Naturaleza.
Si lo de Kendall tiene delito, lo de Kylie ni te cuento
Las propias Kendall y Kylie son dos modelos de mujer casi opuestas. La primera es esbelta, alta, delgada; la segunda, algo más bajita y de curvas prominentes. En el primer caso ya nos cuesta muchísimo encontrarle el chiste a un monte de Venus plano como La Mancha; en el segundo, con un cuerpo a todas luces sinuoso, es que directamente no se cree. Ah: se suma a este horror Kim. Cómo no.
¿Cómo entre dos muslazos como los de Kylie se puede ocultar un toto sin prominencia? El chichiplanismo se ha hecho fuerte entre las Kardashian-Jenner, es fruto de la cirugía (no tiene otra explicación) y puede que quede muy bien para plantarse un bikini del tamaño del que llevaría la Barbie, pero no mola. No mola nada.
Chichiplanismo, ojal blanqueado… ¿qué será lo próximo?
Porque, amigas mías, el chichi-rebanada de pan de molde no es más que la punta del iceberg de una carrera contra el cuerpo real iniciada hace ya demasiado tiempo. Tetas perfectamente puestas, ojal blanqueado, culo postizo (vuelvo a las Kardashian-Jenner y sus airbags traseros), maquillaje hasta desdibujar por completo la forma de tu rostro (previa cirugía que hace que te parezcas demasiado al resto de la gente operada) y, ahora, el chichiplanismo.
No solo promueven una imagen irreal de la mujer (casi nadie tiene los dinerales de estas chicas para manipularse el cuerpo hasta la extenuación), sino que esa imagen deja de ser atractiva para comenzar a ser un poquito grimosa. Así os lo digo.
Llegará el calorcete y yo solo espero que esta moda absurda quede en esa familia, porque los montes de Venus no son así (montes de Venus, por dios, no vaginas ni vulvas, que nos liamos). Y enarbolo una bandera que pienso dejar ondeando hasta el fin de mis días: ¡muera el chichiplanismo y viva el mollete de Antequera!