Os presento a Godofredo Punjabi, uno de tantos afectados por el confinamiento. Él prefiere que lo conozcamos por su apodo artístico, Miguel Ángel. Y hombre, esculpir en las minas de lápiz puede ser creativo, pero no tanto. Conozcamos su obra principal, el Grafit de Miguel Ángel, que podría haber causado una maldición mundial. Sigue leyendo. Y tiembla.

«Esto es un sinvivir», nos comenta Imelda Punjabi. «Desde que a mi marido le dieron un premio por el Grafit de Miguel Ángel en la panadería del barrio entró en barrena. Que ya ves tú: el premio era una palmera de chocolate. Muy rica, eso sí. Pero chica, se vino arriba, se vino arriba… y ya es que no para. Al niño me lo tiene amargado», susurra Imelda, a la que dejamos que suelte toda su mierda, porque ya son muchos meses aguantando.

«¡Daumaciooooo!», grita, «¡ven y cuéntale a esta señora lo que te hace el papa!». «Papa malo. Papa tonto», dice Daumacio, el pequeño bebé de la pareja. Me apeno y le regalo el lápiz con el que tomo notas. Inmediatamente lo guarda bajo el babero y corre a esconderlo con maneras de mapache hambriento.

«Fíjate. 13 meses tiene la criatura y esconde el material escolar. Es que, hija, mina que ve su padre, mina que talla. Y claro, me llamaron de la guardería para decirme que qué era eso de llevarle al niño bolígrafos y pluma, que los niños tienen que empezar con los lápices y los plastidecores. ¡Si ella supiera! En fin, marche, marche, que querrá ver a mi esposo en acción».

Dejo a la apenada esposa y al niño traumatizado, y me dispongo a escuchar la versión de Godofredo Punjabi. Todo debe de tener un porqué y quiero investigarlo.

Godofredo nos muestra su galería de obras (cof, cof) maestras

—Pase, pase. La estaba esperando. Ya me han puesto a parir mi mujer y mi hijo, ¿no?

—Su hijo tiene un año, Godofredo.

—No, si les entiendo. Pero llámeme Miguel Ángel, por favor, si no le molesta.

—Me molesta.

—Bueno, pues Godofredo. ¿De qué quiere que hablemos?

—Quisiera conocer su historia.

Colección de obras talladas en grafito
Godofredo, rodeado de algunas de sus obras. Hay que ver lo que da de sí un confinamiento tocho. (Foto: Agencias)

Godofredo nos cuenta la historia del Grafit de Miguel Ángel

—Todo empezó en febrero de 2020. Estaba en la consulta del dentista y como estaba nervioso, con un mondadientes y un lápiz del crío pues me lié y creé lo que hoy se conoce mundialmente como el Grafit de Miguel Ángel.

Colección de obras talladas en grafito
«¡Mire, mire! Les he hecho una casita a mis mejores lápices. ¿Qué? ¿Cómo se le queda el cuerpo?». (Foto: Agencias)

—¿Mundialmente?

—Es una hipérbole. Los indios tendemos a ser hiperbólicos.

—Hiperlápizcos, diría yo.

—Je, je. Muy bien tirado.

—Me defiendo con esto del humor. Pero siga, siga.

—Bueno. La cuestión es que lo presenté a un concurso que hay en mi barrio y gané. Pero a partir de ese momento, el mundo pegó este bajón que usted ya conoce. Pandemia, confinamiento a tutiplén, enfermos, Donald Trump sin mascarilla… El dramón.

El autor de las miniesculturas
«Parece que fue ayer cuando recibí mi primer premio por mi Grafit de Miguel Ángel». «Fue hace unos meses». «Estamos en pandemia. El tiempo pasa despacico». (Foto: Agencias)

—¿Y qué tiene que ver la pandemia mundial con su escultura?

—Hay quienes dicen —susurra, como si temiera ser escuchado por otros— que el Grafit de Miguel Ángel tiene la culpa de todo.

La maldición del Grafit de Miguel Ángel

—Pero ¿cómo? es imposible, Godofredo. ¿P-puedo verlo?

—¿El qué? ¿El Grafit de Miguel Ángel?

—Claro.

—De acuerdo. Se lo enseño, pero no lo muestre hasta el final de la entrevista, porque si no habrá quienes se crean esa patraña y yo lo que quiero es enseñarle toda mi obra. Y contarle mi vida.

—No se preocupe. Faltaría más. Dejo el Grafit de Miguel Ángel para el final.

Me lo muestra y entonces se me cae la libreta al suelo. Los pelos como alcayatas para colgar Las meninas. Siento como si se hubiera cumplido una profecía. Como si la casa de Godofredo Punjabi fuera el epicentro de una gran maldición que se cierne sobre el planeta.

—Es… es espeluznante, Godofredo. ¿No ha pensado en destruirlo? Quizá así terminaríamos con esto. Por intentarlo…

—¿ME ESTÁ DICIENDO EN SERIO QUE DESTRUYA EL GRAFIT DE MIGUEL ÁNGEL? ¿ESTA EXCELSA OBRA MAESTRA?

—Hombre, vamos a ver. Obra maestra. Tampoco se pase.

—¡Antes muerto! Por cierto, ¿va a usar ese lápiz?

—Lo estoy usando. Lo tengo en la mano.

—Mierda.

Sus temas favoritos: dioses…

Godofredo sigue mostrándonos sus obras. Además de trenecitos atravesando lápices, vemos muchas efigies de dioses hindús.

—Mire, Vishnú. Y Brahma. Y este con carusa de elefante es Ganesha.

—Me pilla que no conozco yo este mundillo, caballero.

—Pues a ver. Es un poco como sus santos. A uno le pides no enfermar, al del perejil le pides pastuqui… Yo a Ganesha le tengo muchísima ley. Le pongo todas las mañanas un par de barritas de incienso y le pido que no me falte nunca lo principal.

—Salud.

—No, no. Lápices nuevos.

… y madres

—Y luego pues están las madres como mi otro tema principal —prosigue—. Yo es que me aficioné al tema a causa de la pandemia, ¿sabe? Y a mi mujer la tengo muy idealizada. Así que, en esencia, estas maternidades son Imelda y Dalmacio haciendo cosillas de madre e hijo.

—No será usted uno de esos padres que le endilgan el hijo a su mujer y se tocan el banano con las dos manos.

—No, no, no, no. Bueno, sí. —Intenta disimular—. Mire, como sé que es usted madrileña he querido obsequiarla con el oso y el madroño. Que por Madrid también está la cosa curiosota, ¿no? Madre mía, súbase usted la mascarilla, que no hay ni camas de hospital. ¿Le gusta mi regalo?

Figura tallada en grafito
«¿Le gusta mi regalo? Es una versión personal del oso y el madroño. Como los van a confinar, para que no se le olvide la forma», dice, con retintín. (Foto: Agencias)

—Uy, pues monísimo. Le agradezco el detalle. Y ya tengo que marcharme. ¿Puedo hacerle una foto al Grafit de Miguel Ángel para mis lectores?

Se acerca el final de la entrevista

—Haga, haga. Por cierto, ¿sabe cuál es mi serie favorita?

—Ni idea. ¿Élite?

—Sánscrito un crimen. Ja, ja, ja.

—Tiene usted tanta gracia como cortarse las uñas con un cúter oxidado.

—¿Eso es bueno?

—Sí.

—Me alegro. Pues nada, venga a vernos cuando quiera, aquí la espero. Y traiga lápices.

Pues nada, acaba mi reportaje y os desvelo el misterio del Grafit de Miguel Ángel, el motivo último por el que, con razón, todos los que lo han contemplado lo culpan de la pandemia:

2020 tallado en grafito: el Grafit de Miguel Ángel
¿Entendéis ahora mi terror al verlo? ¡ESTE P*TO AÑO, CONVERTIDO EN ESCULTURA! ¡SOCORRO! (Foto: Agencias)

Para vuestra información, se lo he mangado a Godofredo en un descuido y lo he partido en seis pedazos. Quién sabe, a lo mejor se acelera lo de la vacuna…