En 1993 se estrenó Parque Jurásico, aquella película en la que un grupo de científicos iba a una isla a defenderse de dinosaurios asesinos. O así nos lo han querido vender. Han sido muchos años de humanos dando exclusivas, de espectadores diciendo que aquellos animales eran terroríficos. Por eso hemos querido publicar esta entrevista con dinosaurios. «Dieciocho años de silencio son muchos años y hay que conocer nuestra verdad», nos comenta uno de los T-rex.
Me he citado en un parque del este de Madrid con un variado grupo de dinos. Quieren ofrecer su versión de aquella historia iniciada con la saga jurásica de cine. «No podemos seguir aguantando tanta secuela poniéndonos a caer de un burro. Ya está bien», solloza Luismi, un tricerátops que lleva fatal las críticas vertidas sobre su persona. Enciendo la grabadora: comienza la entrevista con dinosaurios que salieron del rodaje de Parque Jurásico.
Todo empezó cuando le dieron el «sí» a Spielberg
«A ver, parte de este lío lo empezamos nosotros», comenta Juan Carlos, el T-rex morado, que lleva un poco la voz cantante en todo esto. «Conocimos a Spielberg y fue un poco amor a primera vista. No pensamos en las consecuencias», reconoce. «Pero tampoco queremos que se nos culpe de algo que hicimos con el corazón. ¿Cómo íbamos a saber lo que se nos venía detrás? Éramos jóvenes e inexpertos», añade Pancho, un proceratosaurus un tanto reservado, pero con ganas de defenderse de los ataques.
Mi entrevista con dinosaurios es solo el inicio de algo más grande
«Pero un poquito agresivos sí que eran, no me lo pueden negar», les interrumpo, embutida en mi abrigo con capucha y con mi poquito de miedo a ser devorada, aunque me aseguran que son prácticamente casi herbívoros. «A ver, tenga usted en cuenta que nosotros no habíamos convivido con el ser humano y que no sabíamos si triturarle a usted la cabeza podía ser interpretado como un signo de cortesía o de mala educación», me contesta, muy digno, Fernando José, un neuquensaurus monísimo. «Y que a ver, también fueron un poco a tocarnos los huevos, que nosotros no pedimos ser clonados ni nada», insiste Luismi. «Oigan, esa boca», les digo. «A ver, señorita. Los huevos. Que somos ovíparos».
Pues oye, cuando llevan razón, la llevan. Ahí no puedo añadir nada.
Quieren una serie documental para explicarse
Han sido, dicen, casi 20 años de aguantar carros y carretas, de gente asustándose al verlos en pantalla, de comentarios lacerantes. «Y yo creo que ya está bien, que merecemos un respiro; de hecho, hemos pensado en rodar un documental en el que detallaremos cada falsedad vertida sobre nosotros», sugiere Pedro, el más callado de todos. «¿Tienen productora?», les pregunto, interesada. «No, pero sí título: Contar la verdad para seguir dinos».
Me quiere sonar de algo. Pero me resulta sugerente. Me despido de ellos deseándoles toda la suerte del mundo. «¿Un abrazo?», pregunto a uno de los T-rex. «¡Luego querréis que os respetemos!», me responde levantando sus bracitos.