Kiko Rivera, un padrazo muy ocupado.

El cantante llevó a su hija al cole, pero… ¡No dejó de mirar la pantalla de su teléfono ni un momento! ¿Será una estrategia para no hablar con la prensa?

No hay duda, Kiko Rivera es un padrazo y, como tal, le hemos visto llevando a su hija mayor al colegio en su primer día. Ambos con la preceptiva mascarilla, como debe ser. Hasta ahí todo bien… El cantante, con camiseta XL y gorra, no se quitó las gafas de sol en ningún momento. ¿Ocultaría tras ellas la emoción del momento?

Como suele suceder cada septiembre, algunos reporteros esperaban a las puertas del centro para inmortalizar esa vuelta al cole. ¿Y qué hizo entonces Kiko? Pues fijar todo la su atención en el móvil, que no soltó ni un momento. Vamos, que ha cambiado el «dientes, dientes» que usaba su madre, Isabel Pantoja con la prensa, por el «móvil, móvil».

Kiko Rivera es un padrazo

Eso sí, no soltó a la pequeña Ana de la mano mientras ambos esperaban para entrar. Y ya que estaban ahí parados… ¡pues una fotito del gran día para subirla a sus stories de Instagram! Los seguidores del Dj han de estar informados sobre los detalles de la vida cotidiana de su ídolo, ¡faltaría más! Y comprobar que Kiko Rivera es un padrazo.

Y claro, con tanto móvil y tanto stories, pues de paso ignoraba a los fotógrafos apostados a las puertas del centro sevillano al que acude Ana. ¿Y dónde estaba Carlota? Pues con su madre, Irene Rosales, que se encargó de llevarla a la guardería. Por cierto, que la mujer de Kiko fue una de las protagonistas de la nueva entrega de ‘Ven a cenar conmigo. Gourmet Edition’, que se emitió el pasado 10 de septiembre. Y lo sentimos por ella, pero la audiencia fue bastante discreta, a penas un millón y medio de espectadores.

Irene Rosales tiene como compañeros de programa a Fani Carbajo, Miguel Frigenti y Amador Mohedano y fue ella la primera en preparar la cena. ¡Le dieron por todos los lados a la pobre! Sobre todo el colaborador de ‘Sálvame’, que calificó sus platos de desastre total, mientras que la novia de Christofer le seguía el rollo, apoyándole en sus críticas encarnizadas. Veremos qué pasa en las próximas veladas…

Desde casa, su marido la apoyaba y seguro que escuchó atentamente los piropos que le dedicó Irene, aunque no sabemos si le haría gracia oírla contar una anécdota muy íntima. Parece que Kiko se compró un bañador tipo Borat, si, esos tipo tanga con tirantes, y se paseó luciendo redondeces por delante de su mujer. Como dijo Rosales, el cantante aún no se había operado de la reducción de estómago y estaba gordito. ¡No nos lo queremos ni imaginar! Pero si después de eso, ella sigue con él… ¡es amor!