Hoy Modelos con Ciática sale de su zona de confort para hablar de un personaje que le provoca urticaria de la fuerte: Bertín Osborne

¡Madre mía, madre mía, MADRE MÍA! Que diría Adara.

El 2021 definitivamente le está sujetando el cubata a 2020, al menos, eso le debe parecer a nuestras celebrities.
Hoy me voy a tener que contener, porque el tema que me ha dado el Súper de Crush, me enerva un poquito la sangre, me eriza el vello de la nuca y no, no es por el tema en sí que, siendo sincera, es un pequeño drama, es por el protagonista masculino de la historia que me da una mijita de repelús.

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Nuestro ‘señoro’, lleva 40 años con el mismo peinado y el mismo engominado.
Cada vez que lo veo, bien sea en prensa o televisión, me imagino cómo debe oler. Seguro que a una mezcla entre una copa Torres 20 y litros de Varon Dandy.

Os lo voy a resumir como si os contara un cuento.

Érase una vez que se era una fría tarde de invierno en una humilde casa de obreros en las afueras de Madrid. Casa con su humilde piscina, sus humildes 50 armarios empotrados repletos de polos con la bandera de esta España nuestra, cazadoras austriacas y mucho tono verde militar en los jerseys de cuello de pico o color camel en los pantalones chinos. De náuticos en los zapateros y algún que otro boto campero. Con sus humildes cuadras y sus humildes caballos, también con sus humildes 4×4 aparcados al lado de los dos humildes deportivos y hasta con una humilde sauna privada, que nuestro protagonista reconoció haber tenido en todas sus casas, porque era una necesidad vital.
Yo tengo dos. Una se me quedaba corta. Pero este, gracias a Dios, no es mi cuento.

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Seguimos.
Esa fría tarde, nuestra heroína, de la que apenas reconocemos su tono de voz y a la que llamaremos así, por ejemplo, Fabiola, levantándose de su reparadora siesta en su humilde cama 2×2 y caminando con desdén hasta la cocina en busca de una infusión, con un premonitorio soniquete, entonó:
Buenas tardes, Señoro. Buenas tardes, Señoro.
¡Hasta la vista!

Y este es el cuento, queridxs.
A tomar por… Perdón, perdón, Así se acabó el matrimonio entre nuestro señoro y nuestra heroína.

Cuento corto a la par que largo.
Porque en la extensa carrera de nuestro protagonista nos hemos encontrado con un machista que dice ser feminista, con un elitista que dice ser humilde y un cantante que más que cantar, da el cante. Pero claro, ¿qué íbamos a esperar? Si la pobre Fabiola se nos casó con el cuñado de España y ha tardado veinte años en darse cuenta.

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Pero tranquila Fa, que, como cualquier final de cuento, este es feliz, porque más vale tarde que nunca, porque cuanto menos bulto más claridad y porque ojalá y se hubiera enamorado de su santísima madre.
Con mucho amor y, sobre todo, mucha sororidad.

Yoli.