Supermercados Sálvame: dime qué anuncias y te diré quién eres

Ven, niña, que lo tengo barato. Han llegado a sus hogares los supermercados Sálvame, donde cada colaborador vende… lo que puede. Los últimos, pero seguro que no los únicos, en poner su jeta en distintos alimentos han sido Belén Esteban y Kiko Hernández. Y a este paso se va a montar un emporio de la restauración que ríete tú del colmado de tu barrio.

Imagina que vas tú tan pichi por la calle. Vas a hacer la compra y, de repente, escuchas una sintonía que te suena. Pero que te suena MUCHO. Comienzas a caminar siguiendo las notas, a lo ratita tras el flautista de Hamelin, y tus pasos te llevan hasta unos supermercados: los supermercados Sálvame. Allí puedes comprar cualquier cosa que anuncien los colaboradores del programa, que hacen horas extras en sus pasillos dándote a probar de todo. ¿Te lo imaginas? Pues vamos camino de ello.

El cutrerío de las caras de los famosos en cosas que se ingieren

Hay algo que me chirría en los famosos promocionando alimentos. Pero de toda la vida. Jordi Cruz (el malo, no el de Art Attack) con las tortitas de maíz, Bertín con los ibéricos y el aceite de oliva… Ahora, en menos de un mes, dos colaboradores de Sálvame se han sumado a esta fiebre. Pero en plan, cómo decirte… cutrecillo.

Bueno, a ver, lo de la Esteban viene de atrás, que ya nos vino este verano con un gazpacho que ha resultado ser tirando a corrientillo, por ser suaves (está en la parte media-baja de la tabla, según un estudio de la OCU). Eso sí, la de famosos que se lo han promocionado no es ni medio normal. Natalia Verbeke, Jon Kortajarena… ¡Hasta Rosalía!

Yo los supermercados Sálvame me los imagino (y no entraría)

Kiko Hernández anuncia aceitunas de Campo Real, que dicen que son las mejores (no lo sé, no consumo, me vais a perdonar si no opino). Y entre la grimita que me dan el producto y la foto con las que las promociona en Instagram pues aquí estoy, imaginando un supermercados Sálvame y cruzando de acera.

Yo es que soy muy visual, ¿sabes?, y he pensado en todos esos colaboradores del programa acosándote en los lineales para que compres lo suyo y no la competencia. Belén, con sus cremas de verano y de invierno; Kiko, con su botarráncano gigante de plástico y su jeto puesto en él; y ya puestos, no sé, pondría a Lydia Lozano a vender sal extraída directamente de sus lágrimas y a Paz Padilla en la caja, vigilante.

¿De verdad se venden estas cosas?

Yo no aspiro a convertirme a directora comercial de nada, pero ¿alguien ha hecho un estudio serio de mercado? Porque no sé, uno va a comprar comida y elige a) la marca más barata o b) la marca que le sabe más rica, pero me cuesta imaginarme c) voy a comprarme estas patatas fritas, que sale la cara de la Esteban y me da igual que sepan a rayos porque voy a planchar la bolsa y a enmarcarla para decorar el salón.

Llamadme rara, pero un famoso, sea el que sea, como reclamo de una cosa que se come, a mí no me va a encontrar de cliente. Ni Idris Elba viniendo a casa a depositar Lacasitos directamente de su boca a la mía. Bueno, a ver: esta sería la excepción.